jueves, 5 de septiembre de 2013

Con pantalon marron

Subo al colectivo y me siento, miro a los pasajeros y veo en cada cara una historia, es mas que un colectivo, es un transporte de momentos, ese espacio esta lleno de todos un poco por el rato que dure ese viaje, y cuando alguien baja, baja su historia y sube otra, y va llenando  de mas momentos,  recortándo y juntandolos aunque sea por un rato en esos pocos metros.
Pero me llama la atención una persona , un señor con pantalón marrón, de esos que están perfectamente planchados con raya y que me hace pensar que alguien aun usa almidón, usa también  un sweter al tono escote V. No fue eso que me detuvo la mirada en el, ese abuelo podía ser el mio, podía ser el de cualquiera de nosotros, pero algo hizo que yo fijara mi atención. Mi mirada quedo en el porque alguien le ofreció el asiento pero el prefirió quedarse parado porque según dijo "ya se bajaba"...
Sosteniéndose con una mano, con la otra acomodaba casi instintivamente sus anteojos que caían por su nariz con el movimiento y su mirada siempre era hacia afuera del colectivo, sin importar lo que pasara dentro de el,  no se daba cuenta de las historias que lleva la gente, su mirada era siempre hacia afuera, con ese color en los ojos de quien ve recuerdos pasar.
y mientras seguía su mirada, esa mirada de los abuelos, llena de recuerdos entre perdida y memoriosa, una pregunta golpeo mi pensamiento como un asalto de madrugada, Cuando es el momento de usar pantalones marrones? porque siempre esperamos a no poder hacer algo para añorarlo? porque si nos cuesta nos hace mas felices? ...
El abuelo no bajo enseguida como había dicho, pero insistió en querer mantener el equilibrio mientras ese colectivo sorteaba la incertidumbre del asfalto, pero mas atento estaba a sus anteojos que caían, no los dejaba deslizar... el necesitaba seguir mirando... Quizá años atrás a mi edad, a otra edad, el abuelo se hubiera abalanzado ante un asiento vacío, hubiese cerrado los ojos, que seguramente no necesitarían anteojos, y hubiera intentado dormir, abriéndole paso a todo el cansancio que sentimos por la vida diaria, por la tan mencionada rutina. Pero hoy, cuando sus rodillas crujen y su cuerpo esta realmente cansado por los años prefiere engañarnos con una piadosa mentira  para no hacernos sentir culpables de acomodarnos en el asiento, y el así poder mirar por la ventana, sorteando la inestabilidad pero disfrutando de otra vista del camino, la que el necesita ver.
y otra vez volví a detener mi mirada en el, en lo que miraba y pensé si es que a cada momento que vivimos le damos la importancia que realmente tiene, o arbitrariamente nos acomodamos en el asiento, cerramos los ojos y sin pensarlo solo esperamos que nos toquen los pantalones marrones y recién ahí poder ver las cosas desde otro lugar tratando de formar parte o quizá para darnos cuenta que el tiempo paso y  hacer lo que nos reconforta... quizá mas viejos , mas cansados y con mas arrugas en el rostro, pero recién ahí disfrutando, como si nada mas importara...
El abuelo tenia que bajar, llega hasta la puerta, y estaba quien le había ofrecido el asiento, el abuelo lo miro, sonrió con esa ternura de los abuelos, con sus ojitos llenos de vida, de los que brotan historias y con la voz llena de experiencia le dijo "GRACIAS PERO QUIERO SEGUIR DE PIE" y bajo.... lo vi irse con paso lento, acomodándose una vez mas los anteojos y esa frase volvió a asaltar mi pensamiento,,,, yo también quiero seguir de pie... pero desde hoy, me levante, alguien tomo mi asiento y se dispuso a dormir, me sujete con una mano y me puse a mirar hacia afuera... pero esta vez siendo parte, cambiando de perspectiva antes de mis pantalones marrones...

 

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